jueves, 4 de marzo de 2010

Oratoria para Empresarios

El poder de la expresividad


Cuando hablás, lo hacés de una manera que has aprendido a lo largo de tu vida. Y a veces sentís que esa manera de hablar te resulta insuficiente.

Muchos de nosotros estamos interesados en seducir, persuadir, convencer, crear clima, ser efectivos en lo que decimos, crear nuevos mundos, etc. Y muchas veces no sabemos cómo hacerlo.

Cuando escuchás a una persona hablando en público de manera convincente, solés decir: “¡Que bien que habla este tipo, ¿podré yo hacer lo mismo?”. La contestación es ¡Sí! UN SI ROTUNDO.

Todas las personas estamos en condiciones de poder hablar en público en forma convincente.
Lo central es poder utilizar nuestros recursos e incorporar algunos más, para darle brillo a nuestro relato. Y aquí aparece una palabra fundamental:

La EXPRESIVIDAD

El diccionario nos dice acerca de la persona expresiva: que manifiesta con viveza lo que siente o piensa. Y esto, para la oratoria, es de vital importancia.

La forma en la que decimos las cosas marca una diferencia fundamental a la hora de comunicarnos. Y lo mejor de todo es que se encuentra a nuestro alcance. Sólo tenemos que empezar a observarnos para darnos cuenta del enorme caudal de expresividad que poseemos.

Las personas que tienen un discurso expresivo hacen uso de sus RECURSOS: voz, modulación, inflexión, movimiento de manos, de brazos, de cuerpo, exteriorizar emociones, alegría, espontaneidad, más emoción, agudeza, reflexión, dulzura, sorpresa, tranquilidad, creación de contexto y miles más.

Nuestro horizonte: encontrar NUESTRA expresividad.

Existe en nosotros, de eso estoy seguro, y vamos a hacer acciones para averiguar cómo es, hacia dónde apunta, cómo hago para descubrirla, cómo la saco, cómo la lustro, cómo tomo conciencia de ella.

EL PODER DE LA EXPRESIVIDAD: hacia allá vamos…

La expresividad va a depender casi exclusivamente de nuestros recursos, innatos o aprendidos. En ellos descansan nuestras posibilidades para que el mensaje que queramos transmitir sea efectivo.
Y en este punto debemos considerar qué es lo que queremos lograr con nuestro discurso. Llamaremos discurso a toda emisión que se realice desde nuestros dominios: Cuerpo, Lenguaje, Emoción y Algo más, hacia un público.

¿Qué quiero que pase? ¿Mostrar, convencer, seducir, que compren lo que ofrezco?

Cuando usamos nuestros recursos, el universo se pone contento.
Por un lado porque ponemos en práctica un regalo, un don que nos fue otorgado. Por otro lado porque su uso es para llegar a otro ser humano como ninguna otra persona puede hacerlo desde ESE RECURSO.

Y esto es así pues nuestros recursos SON EXCLUSIVOS. Nadie más los tiene. Operar desde nuestros recursos nos lleva a un espacio a donde nos podemos mover con comodidad.
La misma comodidad que hará que nuestro discurso sea fluido. Que no estemos preocupados por cómo nos está saliendo.

Hacé una lista de las personas que a tu criterio son buenos oradores. Al lado de cada nombre colocá la causa por la cual creés que lo es. Luego colocá todas las causas una al lado de la otra.
Vas a ver que comienzan a salir cosas repetidas, y que en esa lista está gran parte de los recursos que se utilizan para hablar bien en público.

Al sólo efecto demostrativo, voy a mostrarte una lista de algunos recursos. La lista es muy larga, de tal manera que voy a incluir algunos de los más importantes.

-Confianza, Buena presencia, Buena dicción, Buen vocabulario, Mirar a los ojos, Deseos de hablar, Ganas de decir lo que se siente, Moverse bien en el espacio, Hacer relaciones, Ganas de ponerse en acción, Comunicar las emociones, Ansias de seducir, Invitar a soñar, Ansias de convencer, Saber escuchar, Querer lo mejor para el otro, Apoyar al otro, Ser un servicio, Capacidad para visionar, Ganas de entretener, Facilitar, Abrir conversaciones, Deseos de obtener resultados, Pasión, Amor.

Esas personas que hoy vemos como modelos se equivocaron muchas veces. Y lo central es que aprendieron de sus errores. Poder observarnos es central para nuestro crecimiento en la comunicación verbal y no verbal.

Ser un buen orador depende casi por completo de una buena preparación. Si se nace buen orador y no se practica, con el tiempo los recursos se van dejando de lado. Como dijo alguien una vez: cualquier disciplina tiene un 1% de inspiración y un 99% de transpiración.

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